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sábado, 23 de agosto de 2014

El “problema” catalán

De verdad que no lo entiendo. No entiendo por qué ser y sentirse catalán es incompatible con ser y sentirse español. Ni entiendo cómo la independencia va a beneficiar a los catalanes, o cómo el federalismo resuelve nada. En fin, que no entiendo a los políticos que azuzan a unos y a otros para beneficiarse sólo ellos.

Cataluña es una comunidad autónoma estupenda. Su orografía, su clima, bien situada, fértil... Evidentemente, Cataluña no es un problema.
¿Y sus gentes? Trabajadores, emprendedores, trilingües (¿qué niño catalán no habla catalán, español e inglés?), amantes de las artes, del deporte y de la cultura. No, está claro que los catalanes tampoco son ningún problema.
Pues si no es Cataluña ni los catalanes, ¿el problema es España? No lo creo. Es un país moderno, democrático, europeo, donde todos los adultos tenemos derecho a votar y a manifestar nuestras opiniones dentro del marco de las leyes. Da igual que seas catalán, extremeño o asturiano.
Por otra parte, no parece que los catalanes sean muy distintos del resto de los españoles ni físicamente, ni culturalmente... es más, tenemos más o menos las mismas preocupaciones: la crisis, el paro, la corrupción, etc. Vale, ni los españoles ni España son el problema.
Entonces, ¿cuál es el famoso “problema” catalán? Sin duda, el nacionalismo.

http://caminandopormadrid.blogspot.com.es/2014/08/el-nacionalismo-visto-por-el-roto.html
El Roto
Da igual que Cataluña nunca haya existido como nación ni haya estado aislada de las diferentes entidades políticas, medievales, modernas y contemporáneas.
Da igual que no haya obstáculos a su lengua o a sus tradiciones.
Da igual que sus problemas sean los mismos que los del resto de España.
Da igual que tengan políticos tan corruptos y manipuladores como los del resto del país.
Su mantra es arrullador. Es el canto de sirena que conduce a los arrecifes. La culpa es de Madrid y su política centralista. Solos nos irá mucho mejor porque somos especiales, diferentes... nos merecemos mucho más.
El nacionalismo no es sentirse orgulloso de ser catalán, ni valorar sus costumbres, lengua o su rica historia (en gran medida compartida). El nacionalismo es como la maldición de una bruja que te llena de insatisfacción y de victimismo.
Dar pábulo a esta falacia ¿a quién beneficia?
A los catalanes desde luego que no. De conseguir la independencia, seguirán con los actuales problemas y seguramente más. Desde luego, aunque sea de manera temporal (siendo positivos), quedará fuera de la Unión Europea. Por lo que es factible que muchas empresas españolas que tienen su sede en Cataluña emigren a otras comunidades para seguir siendo españolas y comunitarias.
A los españoles tampoco nos beneficia. De momento, los políticos, como padres primerizos, han acostumbrado a ceder ante las rabietas de los catalanes. Y, de seguir así y llegar a la escisión, perdemos no sólo una parte de nuestro territorio, sino también de nuestra historia y cultura.
A Europa este asunto tampoco le viene nada bien. En la era del oikos planetario, cuando el bien común se hace imprescindible, cuando sabemos que ninguna persona vale más que otra y que ni ningún grupo es más valioso que otro, cuando comprobamos que los grandes problemas sociales, de recursos y ecológicos deben ser atajados conjuntamente plantándole cara a los intereses de las grandes corporaciones internacionales, parece lógico pensar necesitamos unidades políticas más fuertes y grandes. El primer paso es confluir hacia una Europa unida. Y las secesiones lo único que hacen es debilitar su posición.
Así pues, está claro que este “problema” sólo beneficia a los dirigentes nacionalistas que mientras dura el tira y afloja con la tensión consiguen mantenerse en el poder y los que aspiran a la independencia conseguirían como dirigentes del nuevo país honores y honorarios.

Es triste que muchos catalanes no se sientan españoles y que crean que estarán mejor por su cuenta. Pero es incomprensible que haya una poderosa corriente que aplaude la “Europa de los pueblos”, lo que se traduce en que se puedan disgregar los estados tradicionales en pequeños estaditos soberanos, tantos como las ambiciones locales de determinados agentes políticos vayan considerándolos pueblos. ¿Por qué Cataluña y no L'Empordá? ¿Quién puede desear esto a parte de algún loco enfervorizado?

2 comentarios:

  1. El nacionalismo (central y periférico) decidió enfrentar a 2 pueblos, este es el resultado, una MAYORÍA de personas que residen en Catalunya han decidido que van a decidir su futuro.

    Es el fruto de años de enfrentamiento y evidentemente "si uno no quiere dos no se pelean".

    Los gobiernos del nacionalismo central se "pasaron" al apretar las tuercas, ahora en Catalunya es la gente, no los políticos (esos se han apuntado después) los que quieren decidir.

    Mis mejores deseos y que afronten el futuro con ilusión.

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  2. Una de mis mejores amigas es Catalana. Nació en Barcelona, pero vive en Madrid desde los 22 años. Ama a sus dos tierras, de nacimiento y de adopción, en ambas hay mucho bueno que vivir y que compartir, pero siempre me dice y me repite que le duele profundamente el odio que se ha sembrado a propósito en ambos lugares hacia "el otro".
    "Me duele ver las mentiras que se cuentan de un lado y del otro, cómo se manipula la información para generar un odio absurdo y estúpido hacia los catalanes y hacia los no catalanes, y me indigna sentirme juzgada como catalana en Madrid y como "española" en Barcelona, por parte de algunas personas. No puedo entender la razón de todo ésto. Tengo grandes amigos en Barcelona y en Madrid, y aunque la lengua o algunas tradiciones sean diferentes, al final, todos hemos venido aquí a lo mismo, a vivir y a tratar de buscar la felicidad".
    Pues eso.

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