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jueves, 31 de julio de 2014

La confluencia

Ya decía mi ilustre paisano, Jorge Manrique -casualmente vivo al lado del instituto que lleva su nombre-, que “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir...” Y así en este trajín todos fluimos, o confluimos, hacia ese postrero destino. Pero hete aquí que en ese discurrir nos encontramos en un momento histórico (¿hay alguno que no lo sea?), en una época convulsa, de cambio, que precede a un futuro incierto (vale, sí, como todos los futuros).

El verano nos ha traído, como un canto de sirenas, la llamada a la confluencia de los denominados partidos de izquierdas. En aras del bien común, sus portavoces piden una izquierda fuerte, capaz de plantarle cara al PP... y al PSOE. Así Izquierda Unida confía en que su pretérito sueño de unidad por fin se materialice. Podemos se deja querer, pero sin anillo. Equo se arrima a los peces más grandes de este charquito a ver si le dejan aportar algo más que el color verde. Y algunos miembros de movimientos sociales como el 15M encauzan este frente común para ganar las alcaldías.

Aunque yo me pregunto, si es cierto que la ciudadanía demanda una izquierda unida (la confluencia bendita), ¿por qué no votaba a IU más que para darle una colleja al PSOE?, incondicionales aparte.

Lo cierto es que desde que Podemos irrumpió con fuerza en el panorama político en las europeas, su omnipresencia mediática, su lenguaje pegadizo y su misión de empoderar a la ciudadanía han insuflado nuevos aires a la política. Los partidos se han puesto las pilas renovando su imagen y su discurso (¿más tertuliano, quizás?). Los nuevos líderes son varones, jóvenes, bien parecidos y mejor formados (académicamente hablando): Pablo, Pedro y Alberto o Florent(Podemos, PSOE, IU y Equo, respectivamente) son lo que pega ahora. ¡Póngase las pilas, Mariano, que Borja (Sémper) encaja fenomenal en este patrón!

Sin embargo, ¿están en sintonía con los nuevos tiempos? Efectivamente, los ciudadanos estamos hartos, hastiados y muy quemados. Queremos políticos íntegros, que miren por el bien común y no sólo por el de sus sus parientes y amigos. Queremos buenos gestores. Personas honradas. Pero al ser humano, independientemente de sus siglas, el poder le da gustirrinín y cuando el ambiente es de jolgorio, quien más y quien menos, todos se sueltan. Y cuando la jarana se alarga, la ebriedad de poder deja un panorama deplorable. Denostar a los votantes del PP y del PSOE, incluso de IU, por lo que han hecho políticos de esos partidos con poder es vergonzoso, ¿puede alguien poner la mano en el fuego por todos aquellos a los que ha votado?

El objetivo de la política es organizar la vida de una comunidad. Sí, el primer requisito es tener unos buenos organizadores; pero, como decía en los artículos sobre la globalización, nuestra casa actualmente es todo el planeta. Las grandes alianzas políticas y sociales deben forjarse internacionalmente. Por mucho que cambiemos de dirigentes políticos en nuestras ciudades, regiones o países, son las grandes sinergias económicas y financieras las que marcan las reglas de juego. Han demostrado que son capaces de hundir un país, miremos el caso de Grecia.

Yo puedo ser un alcalde fantástico y junto con el resto de las formaciones políticas del ayuntamiento apostar por el empleo verde, la sostenibilidad y la equidad social, pero no puedo evitar que el pueblo de al lado permita el fracking, los cultivos transgénicos y que se coloque un gran centro comercial que haga la competencia a las tiendas de mi municipio. Y aunque me ponga de acuerdo con los municipios vecinos, incluso consigamos un acuerdo nacional; eso no impide que los magnates de la economía dejen al 25% de la población de mi ciudad en paro.

Por lo que no es sólo integrarse en un grupo común dentro de Europa, por ejemplo. Es realmente generar espacios políticos, sociales y sindicales globales. El objetivo no es la federación, sino la entidad supranacional, de la índole que sea. Una respuesta global a una realidad global.



Vivimos una esquizofrenia social donde hay unos señores que dicen hablar en nombre nuestro porque les hemos votado y otros que dicen saber lo que realmente queremos porque nos ven jurando en arameo. Entre tanto, la mayor parte de la gente que conozco realiza complejas cábalas para conjeturar cuál es el mal menor. Yo prefiero concretar los problemas para buscar soluciones.

1 comentario:

  1. Parece que, de momento, está muy lejos una presidenta en España... Aunque visto lo visto, tampoco ellas han dado muy buen ejemplo. Gracias por tu pincelada!!

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