El
pasado fin de semana han sido las fiestas de la asociación Santa Ana
de Requena de Campos.
Como ya es tradición, hemos estado las amigas celebrando allí mi
cumple. Un pueblo tan pequeño, aunque revitalizado en verano, ayuda
a desconectar y a ver las cosas desde otra perspectiva. Después de
tanto hablar de globalización en las anteriores entradas del blog,
conviene hablar también de aspectos más cercanos.
Se
acercan las elecciones municipales y ya se han puesto en marcha los
engranajes de los partidos para diseñar sus programas electorales.
Y, aunque nuestra casa actualmente es todo el planeta, está claro
que hay que trasladar a lo local los principios
de ecología y bien común.
Queremos unas poblaciones habitables, limpias, que contribuyan
al bienestar de sus habitantes y que aporten su granito a un mundo
más sostenible y más humano.
Muchas veces, en nuestro día a día, actuamos de manera casi
automática, resolviendo los problemas y tareas que se nos van
planteando, planificando a corto plazo, pero sin hacer una verdadera
reflexión de nuestras metas vitales como qué tipo de persona
queremos ser, cómo queremos vivir y convivir y qué podemos hacer
para lograrlo.
En
la gestión de una localidad pasa lo mismo. Los ayuntamientos duran
sólo cuatro años y tenemos
la ridícula idea de que los que no han logrado la alcaldía tienen
que sacarle permanentemente los colores a los que sí (por algo se
llaman oposición) y de que, aunque luego puedan salir a tomar
unas cañas, los plenos deben ser algo así como Sálvame.
(Siempre hay honrosas excepciones, especialmente si hablamos de
personas concretas más que de grupos políticos). Así que en ese contexto es difícil planificar qué tipo de ciudad o
pueblo queremos llegar a ser digamos en diez años por ejemplo.
Sin embargo, es
fundamental hacerlo; mejor aún si es fijando un marco consensuado.
A propósito de esto, una
pequeña cuña: la Fundación Equo organiza
la
VI
Universidad Verde de Verano, la UNIVERDE,
para
abordar precisamente cómo queremos que sea nuestro modelo de ciudad, será a principios de
septiembre en Málaga. Los que tengáis oportunidad ya lo sabéis y los demás podremos seguirlo por
streaming.
Siguiendo con lo nuestro, queremos
una localidad más ecológica.
Es decir, una ciudad sostenible
que armonice la actividad humana y el entorno, coherente con el
ecosistema en el que se ubica. Para ello hay que abordar cuestiones
básicas como el reciclaje, la eficiencia energética y disminuir la
contaminación en todas sus formas: ambiental, acústica, lumínica,
electromagnética, del agua...
El
problema de la basura es colosal dada la cantidad de residuos que generamos, una media de 504,5 kg por persona en España en 2011. Sí,
es cierto, cada vez reciclamos más, pero el objetivo debe ser basura cero.
Es decir, conseguir reducir
la producción de residuos, reciclar y
reutilizar, además de
promover la fabricación de productos que estén diseñados
para generar
el menor impacto ambiental posible desde su origen. Algunas ciudades
ya lo están implementando, algunas de tal envergadura como SanFrancisco (EEUU).
Imagen sacada de
|
El
primer paso, sin duda, es facilitar la recogida selectiva y, por
tanto, el correcto reciclaje de todos desechos. ¿Cómo nos
deshacemos de un mueble viejo, de un ordenador roto, de una manta
apolillada, de un fluorescente o de los cargadores de móviles
obsoletos que pululan en los cajones? Habría que, además del punto
limpio (no todo el mundo puede desplazarse), encontrar un
sistema de recogida más eficaz y, por supuesto, conocido por todos.
Por otra parte, ¿por qué no se van reemplazando paulatinamente por
las papeleras de las calles por otras que permitan el reciclaje?
También
desde los ayuntamientos habrá que fomentar la eficiencia
energética,
la bioconstrucción,
el uso racional del agua, cuidar la limpieza y el mantenimiento no
sólo de las calles, plazas o zonas verdes sino también de los
entornos del municipio... y, desde luego, puede aplicar medidas que
ayuden a reducir la contaminación como reducir el IBI a los
edificios eficientes, la ITV a los coches menos contaminantes,
favorecer la contrata de empresas concesionarias del servicio de autobuses o
de recogida de basuras que cuenten, por ejemplo, con vehículos
ecológicos
que, además de contaminar menos, generan menos ruido, dar licencias
más baratas a los taxis ecológicos, etc. hasta que se consiga que todo servicio público sea con vehículos no contaminantes.
Ciertamente
también queremos
una ciudad o un pueblo más sociales,
es decir, más equilibrados. No pueden existir áreas marginales en
una localidad, ni barrios descuidados o zonas peor comunicadas, ni
servicios de primera o de segunda según dónde vivas. Una ciudad
sostenible pasa por ser habitable, cohesionada, equitativa y segura
para todos. Es importante recuperar el sentimiento de comunidad y el
orgullo por nuestro barrio, pueblo o ciudad. Hace no mucho pude
escuchar a un componente del estudio artístico Boamistura
explicar su trabajo y lo resumía en embellecer los espacios para
inspirar a sus habitantes, mejorar la autoestima de la comunidad y
fortalecer los lazos entre los vecinos.
Para
finalizar me gustaría apuntar algo que hoy parece imposible:
conseguir una
ciudad para las personas.
Los vehículos motorizados han invadido las calles, son suyas. Las
aceras pueden ser pequeñas y llenas de obstáculos (o terrazas),
pero para ellos siempre hay espacio. Lo hemos aceptado sin más,
paulatinamente les hemos cedido la ciudad. Han venido con su ruido y
humo y nos han orillado.
Sería
bonito imaginar una ciudad de la gente en la superficie y, quien
quiera coche, que se desplace por calles subterráneas.
Pero siendo más realistas, se podrían establecer unas calles
vertebrales al uso de las actuales, otras secundarias semipeatonales,
donde los vehículos no pudieran ir a más de 20 km/h y otras
peatonales con tránsito sólo para acceder a las cocheras o a carga
y descarga. Además, para evitar la ocupación de las vías públicas,
se podrían beneficiar de un descuento sustancial en el impuesto de
rodaje aquellos que asociasen el vehículo a una plaza de garaje. Todo esto, junto con un barato, ecológico y eficaz sistema de transporte urbano permitiría dejar
las calles a peatones y ciclistas, y serviría para conseguir una ciudad mucho
más limpia, agradable y humana.
Algunos pensarán que no quieren vivir en una ciudad así. Seguro que más de un político no se imagina yendo a trabajar andando o en trasporte público. Habrá personas que piensen que reciclar es regalar materia prima a otros. Otros que la música no es ruido o que un motor que ruge es más potente. Como todavía hay gente que piensa que gracias a que ellos tiran la basura al suelo todavía hay barrenderos.
Lo inconcebible es que haya tantos que amparándose en esos pocos desgraciados den rienda suelta a su laxitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario