A veces me pasa,
comienzo escribiendo sobre equidad
y termino hablando de corrupción o de la
tendencia del sector privado a despegarse de la realidad y sus normas. Es que una se embala... Pero, después de entonar este “mea
culpa”, hoy sí voy a hablar de equidad, término íntimamente
ligado a Equo (equidad social
+ ecología política) y, por
supuesto, a este blog (por lo del bien común, claro está).
La equidad es dar a cada
cual lo que se merece. Sin entrar en disquisiciones filosóficas
sobre el “concurso de méritos”, el principio de equidad
condiciona un modelo de sociedad donde todas las personas que la
conforman participan equitativamente de los bienes, de las
oportunidades, del poder, etc.
Hay dos teorías
dominantes: liberalismo e igualitarismo social, ambas con aspectos
positivos y muy atractivos.
El liberalismo aboga por
la libertad personal, la iniciativa privada y la autonomía. Sin
embargo, cuando se absolutiza, pasa a considerarse que lo que uno
“logra” es todo por sus propia valía, que no debe nada a la
sociedad, y se permite el dominio de unos pocos sobre el resto como
una consecuencia de la expresión de las diferentes capacidades.
El igualitarismo social
defiende que todos los seres humanos somos iguales y, por lo tanto,
tenemos los mismos derechos. Esta es una gran premisa para una
sociedad justa y respetuosa. Pero, llevado al extremo, puede llevar a
una homogeneización impuesta, que requiere la intervención
castrante y expansiva del estado limitando escandalosamente los
derechos personales que en principio defendía.
Ambas posiciones
desequilibradas llevan a una sociedad no equitativa, es decir,
inicua.
Según Henry Mintzberg,
toda sociedad se sustenta sobre tres patas: gobierno, sector privado
y sociedad civil.
El gobierno es
el garante del bien común; es quien tiene las competencias para el
uso de la fuerza, la defensa de sus ciudadanos, la potestad de poner
normas de convivencia, quien crea y organiza las infraestructuras,
quien garantiza la equidad de los bienes sociales: educación,
sanidad...
El sector
privado es el fruto de la iniciativa, la creatividad y la capacidad
emprendedora o empresarial de un individuo o de un grupo; se basa en
la libertad individual y en la búsqueda de beneficios, es decir, en
la retribución a su esfuerzo, creatividad...
Por último,
la sociedad civil está formada por las asociaciones y organizaciones
privadas con fines diversos: científicos, culturales, deportivos,
recreativos, humanitarios, religiosos, ONGs, etc.
Cuando una de las tres
patas predomina sobre las otras o, por el contrario, está atrofiada,
se pierde el equilibrio, la equidad y la sociedad se deteriora.
Cuando el gobierno pone a
la sociedad y al estado antes que a las personas, se coartan las
libertades, se cercena la creatividad, se impide la libertad de
asociación y de expresión, etc. El resultado son gobiernos
dictatoriales (de uno) u oligárquicos (de un grupo), bien de
derechas (por ejemplo, el franquismo) bien de izquierdas (por
ejemplo, el castrismo).
Cuando el sector privado
domina a los otros dos, el gobierno en vez de garantizar el bien
común se pliega o se alía con el poder económico y favorece sus
intereses, relegando económicamente a la sociedad civil y haciendo
ajustes socio-económicos al capricho de los mercados. Como está
sucediendo actualmente en medio mundo, también en España (tiene
guasa, intereses estratégicos los llaman).
Finalmente, si la pata
más desarrollada es la sociedad civil puede actuar presionando al
estado o al sector privado en aras a los intereses del grupo concreto
más movilizado o con más poder. El resultado pueden ser sociedades
de castas, estados integristas religiosos, etc. En definitiva, que
impongan las ideas de un grupo mayoritario, poderoso o influyente al
resto.
Todos los integrismos
maniqueístas tienden a buscar lograr esa presión, como los
tribalismos nacionalistas, el ecologismo radical a los fanáticos del
lenguaje inclusivo.
La equidad es armonizar
las tres patas sociales, para que cada una realice su cometido sin
flaquear y sin imponerse.
En mi opinión, Equo
es el partido que mayor proyección podría tener en estos momentos
precisamente porque la equidad es una de sus señas de identidad
junto con la sostenibilidad, el respeto por la naturaleza y la
búsqueda de un equilibrio entre nuestras
necesidades y las posibilidades del planeta. ¿Alguien da más?
Creo que hasta ahora nunca me había encontrado ante una proclama tan buena, tanto que casi me convenzo a pesar de mi escepticismo y mi actual falta de fe en quienes dicen pretender cambiar , arreglar y gobernar este país.
ResponderEliminarMe fascina la claridad de expresión,la convicción de la autora así como la irritabilidad de las ideas que, de tan bien plasmadas, casi me quedo sin argumentos para no hacerme de Equo sin pensar. Sin embargo aún me quedan por ver cuáles serían las herramientas y los métodos a emplear para llevar a cabo esas ideas, a priori tan atractivas.
De nuevo aquí tienes mi más sincera enhorabuena por el artículo.
Muchas gracias por leerme con tan buenos ojos.
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