Queda poco para las
elecciones autonómicas y municipales y escuchando a algunos parece
que estamos ante una batalla épica entre los malvados señores de la
casta, los de la llamada vieja política, y los jóvenes valerosos y
perseguidos, cual Robin Hood y sus alegres compañeros, que luchan
por devolver la soberanía al pueblo e instaurar una nueva era de paz
y properidad bajo un nuevo modelo político.
Ante semejante
tesitura histórica unos y otros reclaman al resto de partidos y a
los electores que se sumen a su bando, que dejen atrás sus
prejuicios y resquemores y hagan lo correcto que, por ende, es la
única salida posible ante la hecatombe que supondría el triunfo del
enemigo.
Soplan vientos de
cambio, auguran; pero, ¿realmente se está fraguando un nuevo modelo
político?
En los análisis
políticos abundan las reflexiones sobre los “actores políticos”
(vamos, los partidos políticos y sus dirigentes) extendiendo su
novedad o no y ciertas características internas a la “nueva” y a
la “vieja” política. De igual forma algunos tienden a asimilar
la corrupción o el nepotismo con los antiguos partidos y la
honradez, la ilusión o la frescura con los nuevos. Mas el ser
humano es rico en matices, en luces y sombras: ayer, hoy y mañana.
El Roto |
En consecuencia, no creo
que las nuevas formaciones sean promotoras per se de un nuevo modelo
político y, de momento, están demostrando estar en su salsa en el
actual. Hablar de república, empoderamiento ciudadano o
transparencia democrática no tiene nada de novedoso.
Ahora bien, sí soplan
vientos de cambio. Está en el ambiente; se nota aunque no se sepa
bien el qué. Lo cierto es que los avances tecnológicos nos brindan
futuros insospechados; pero en los que la globalización, la falta de
regulación de los mercados financieros y especulativos, la pérdida
de biodiversidad, el cambio climático o la falta de equidad son
algunos de sus retos. Cómo se da respuesta válida a estas
realidades va a ser lo que determine los nuevos modelos políticos.
No podemos cerrar los
ojos ante una realidad que nos desborda donde el poder de maniobra de
los estados es mínimo, cuánto menos el de las comunidades autónomas
y el de los municipios. El nuevo modelo político tendrá que pasar
por nuevas formas de organización supranacionales, por crear dos
nuevas y robustas patas globales: el poder público y la sociedad
civil, que equilibren a la siempre insatisfecha pata del poder
privado de los ricos y poderosos.
Y esto es importante,
porque nos están diciendo que la sociedad civil debe movilizarse y
organizarse en el ámbito político y así nos espolean “agrupaciones
ciudadanas” como Podemos o Ganemos. Pero es que tan importante es
la función de las organizaciones políticas como la de las
organizaciones civiles, de hecho cubren necesidades distintas. Es
más, una de las funciones de la sociedad civil es el control de la
función pública.
La política tiene como
fin la armonización de la vida en común, lo que incluye equilibrar
la iniciativa privada y el bien común. Hay ciertos aspectos que se
han descuidado y debilitado como la separación de poderes, o la
importancia de la sociedad civil que debe ser mimada y cultivada
entre otras cosas luchando contra el actual empobrecimiento cultural.
Pero también hay cambios acuciantes que no sé si constituirán un
nuevo modelo político, pero que deberían marcar una forma distinta
de hacer política, es inconcebible el sistema de gobierno-oposición
en una sociedad moderna. No tiene sentido que se juegue a la
confrontación vacía y estéril. Como ya he dicho en otra ocasión,
el papel del presidente (estatal o autonómico) o de un alcalde tiene
que ser liderar un equipo de trabajo integrado no sólo por miembros
de su partido, sino por todos los representantes elegidos por los
ciudadanos. Y la función de estos últimos es controlar, opinar,
proponer pero también colaborar.
Equo ha perdido una
ocasión fantástica para demostrar que estaba hecho de otra pasta
pues sus valores, formas y proyección son los de un partido
preparado para el futuro. Es necesaria cierta “altura de miras”
para no dejarse envolver en la vorágine de “lo nuevo” tan pasada
de moda.
Hola Aurora, buen día.
ResponderEliminarAunque coincido en tu opinión, pienso, sobre lo limitado y poco novedoso de la actuación hasta ahora de las nuevas fuerzas o movimientos políticos ¿qué podía hacer Equo distinto a lo hecho? ¿Cual es la oportunidad perdida?
Se trata de aportar en cada municipio, en la medida de lo posible según nuestras fuerzas y la voluntad del resto, una nueva forma de ver y hacer política (que es más una intuición que un programa), pero por supuesto contaminándose con la gente cercana, porque eso es la política y así se hace sociedad civil.
Salud y alegría, Jesús S.